Instituto Amanecer Cap. 11

Este Capítulo va dedicado a mi amiga Ciritha, gracias por seguir esta historia que amo escribir. Y apoyarme tanto! Eres genial y la mejor de las lectoras!!! Espero que te guste... Besos y Mordiscos! - Gabri.

Capítulo 11. El Ático

Los días pasaban rápido, las materias se ponían un poco difíciles, pero por suerte mi novio había resultado ser un tutor excelente. Noviembre voló, y las primeras semanas de Diciembre estaban culminando, todos hablaban del baile de invierno. ¡Que pesadilla! En esta escuela eran expertos en hacer bailes, seguro todos los inventaba Alice y obligaba a la directora a hacerlo oficial. Por supuesto que ella era la primera en organizar absolutamente todo… El frío se colaba por mi habitación. Incluso con la calefacción encendida podía sentirlo. Mi mal humor era notable, entre los exámenes finales, los bailes, el frío y un par de cosas mas que no marchaban como quería mi vida se estaba complicando. Resople con fastidio y alguien toco la puerta de mi habitación. – Hola- susurro Edward con voz aterciopelada, haciendo que mi mal genio se disolviera por unos instantes. – Te traje chocolate caliente – acerco un vaso sellado hacia mi, y le sonreí en respuesta. – ¿Me invitas a pasar?- ¿Cómo iba a preguntar eso? El era absolutamente bienvenido en cualquier parte donde me encuentre. –por supuesto que si, dije dándole un beso en los labios rápidamente.

- desde hace varias semanas que no tenemos tiempo para nosotros…- Comenzó Edward con voz tranquila y musical. – lo se, créeme que eso es deprimente, sentía que los exámenes no terminarían nunca, ahora solo falta el de trigonometría y ya- Te apetece salir? – me pregunto mi novio acercándose un poco mas y cautivándome con la intensidad de su mirada. – sa-salir a donde? – Titubee- Salir de tu habitación - Asentí con la cabeza y Edward me dio mi sonrisa preferida.

-Bueno podemos pasear por el Instituto… - musito Edward, pero sentía que ocultaba algo. – A donde quieras – respondí con un hilo de voz. Recorrimos muchos salones que no sabia que existían y descubrí dos cámaras secretas; una de ellas repleta de estanterías con libros, y la otra vacía con excepción de un par de alfombras y un candelabro. – Todos esos libros son una recopilación mundial de información real a cerca de Vampiros. Esos libros contienen la evidencia de que nuestra especie existe y que no solo somos un mito, por eso están escondidos- dijo Edward al contemplar los libros que venían en todas las formas y tamaños – Pero son centenares de ellos – dije asombrada y Edward esbozó una sonrisa – Bella… ¿Cuántos años crees que tienen los nuestros pisando la tierra? – respondió mi novio. – están en todos los idiomas, incluso en lenguas muertas. – Revise con la mirada el gran número de textos todos cubiertos de una muy gruesa capa de polvo. Continuamos nuestro recorrido y tomamos un pasadizo que nos condujo a unas escaleras de piedra muy oscuras. – Tendré que cargarte son demasiadas, espero que no te opongas – dijo riendo – Bien acepto – dicho esto me tomo entre sus brazos y subimos de manera espectral por la oscuridad casi total de los peldaños. Una vieja puerta de madera chirrío indicándome que ya habíamos llegado. La habitación estabas sumida en completa oscuridad, solo una pequeña parte estaba visible por la luz que llegaba a colarse de una ventana cuyos vidrios eran opacados por la suciedad. Sentí a Edward alejarse y en un segundo pude ver que había encendido un velón color café que reposaba en un cristal. A rápida velocidad otras cuatro velas se encendieron junto con unas mas pequeñas que formaban parte de una lámpara en el techo. La habitación cobro vida, y las sombras aparecieron en los objetos ahora visibles.

- ¡Un piano de cola!- exclame – es hermoso… - ¿tocas? – Pregunto mi vampiro- no, ni una nota – dije con tristeza, René me había hecho tomar unas cuantas clases, pero al mes logre que me sacara. – Tocare algo que lleva en mi mente desde hace unos cuantos meses. – dijo Edward. Se sentó en el piano y me indicó que también me sentase a su lado. Me miro con ojos tiernos y tan profundos que juraría que estaba mirando al centro mismo de su alma. Poso su mirada ahora en las teclas la suave melodía comenzó a sonar, las primeras notas eran lentas, impregnadas de dulzura que no sabría explicar, mi mente divago al primer instante en que vi a Edward; con su traje de etiqueta negro en aquellas escaleras junto al baile, el me sonreía y yo solo podía admirarlo desde mi Aturdimiento. Cada nota susurraba un te quiero, un te extraño, te necesito. Expresaba amor, tristeza, melancolía… Era un reflejo perfecto de Edward. La suave música poseía una intensidad que hizo que mis ojos se humedecieran y las lágrimas se escurrieran a mis mejillas. Tomo rapidez llevándome a la escena que viví en el bosque donde Edward me había salvado la vida, y donde me había confesado sus sentimientos. Las tiernas notas hablaban precisamente de nuestro amor. Sobrenatural en mas de un sentido, relataban un amor peligroso que no supo conocer de épocas, especies ni tentaciones. La melodía se torno aun más melancólica hasta que llego a su final. No pude más que lanzarme a sus fríos brazos que me acogieron con suavidad. – Gracias... – dije con un hilo de voz conteniendo más lágrimas.

Beso mi frente y yo entrelace mis manos con las suyas. – me alegra que te gustara, llego sola a mi mente la primera noche que te vi dormir. – dijo mi novio con voz aterciopelada. Mientras mis mejillas se ruborizaban.

Seguimos disfrutando del ático del castillo, que parecía tener un encanto propio, casi mágico. Como todo lo relacionado con Edward.

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